Confesiones de un Sociópata: Música, Arte y Videojuegos


Está claro que la música es una parte importante del negocio del videojuego. Una parte tremenda, aunque muchas veces poco valorada. Nos solemos poner pesados hablando de las características técnicas de un videojuego, sus gráficos, su jugabilidad y su historia, pero no solemos darle más de tres líneas a la música que acompaña estos juegos. Creo que es una lástima que lo hagamos porque nos encontramos con una calidad de trabajo cercano al de las mismísimas bandas sonoras de cine. De hecho, cada vez más, hay un trasvase de talento musical de un medio a otro. Los ejemplos son muchos ya sea en trailers o en composiciones completas dejando atrás los vetustos midis y pasando a un nivel de calidad superior, al menos en forma.

Es lógico que no todos piensen que los arreglos actuales son superiores musicalmente a los antiguos chip-tunes, pero es innegable que la inversión es mucho mayor. Ahora nos encontramos con composiciones de Hans Zimmer (El Último Samurai, Black Hawk Down) en Call of Duty Modern Warfare o con Harry Gregson-Willians (Armageddon, Las Crónicas de Narnia) en Metal Gear Solid 2 a 4. A ellos se han sumado una serie de compositores como Jeremy Soule que han dotado a Elder Scrolls de un alma sonora que le hace instantáneamente reconocible, o el mismo Chris Velasco responsable de la saga God of War, Mass Effect 3 o Space Marine, Nobuo Uematsu con su etapa en Final Fantasy o las conocidas tonadillas de Zelda compuestas por Koji Kondo. Pero no todo se queda en las producciones AAA, sino que encontramos en el mundo indie composiciones tan buenas como la OST de Bastion, a cargo de Darren Korb, o la speedica banda sonora de VVVVV compuesta por Magnus Pålsson. (Y me olvido muchos).
 
Aún recuerdo la impresión que me dio hace años abrir el BattleChest de Diablo II. Por primera vez comencé a disfrutar con el lado musical de los videojugos. Pero por separado. Desde entonces, ha llovido bastante, pero sigo coleccionando una banda sonora tras otra. De hecho me pierdo entre los acordes de Icarus de Michael McCann cada día que cojo el metro, sintiéndome un anónimo más en las concurridas calles de Detroit. O me creo el hijo del dragón mientras mis pulmones estallan en las rampas del Retiro. Porque a pesar de que jugar un juego es la experiencia de ocio artístico más intensa que conozco su música es, por libre, un placer que va mucho más allá de las horas de vicio. El sonido nos permite recrearnos con momentos, con sensaciones. Crea una atmósfera que enlaza lo que pasa al otro lado de la pantalla con nosotros.
 
Es innegable en ese aspecto que muchos de los usuarios, entre los que me incluyo, hemos abandonado la idea de que la labor de los videojuegos es "solo" divertir. Queremos mucho más. Buscamos una historia, un diseño, una aventura. No nos conformamos con dar cuatro tiros o saltar de plataforma a plataforma sin más sentido que acabar el nivel. El videojuego está creciendo a pasos agigantados para reclamar su papel como un arte más. Aunque hace poco que ha abandonado los pañales y se encuentra en una adolescencia en la que tiene que decidir si ser un completo producto de masas (de dinero), o un medio artístico. Pero en esa crisis hormonada hay algo claro que su música ya ha tomado una decisión, quiere ser mucho más que una sintonía de relleno.



Quiere darte un valor añadido que va no solo con el producto final sino que podemos encontrarlo en trailers que usan música de Johnny Cash, Kanye West o Two Steps From Hell para atraernos más a un producto. Situación que hemos visto a la inversa con canciones empleadas primero con trailers de videojuegos y que más tarde podemos encontrar, remezcladas, en anuncios (de coches). Todo ello influye para tomarse cada vez más en serio lo que es el videojuego. Un medio capaz de mover más dinero que la música y cine juntos a nivel global, que los combina a ambos y que suena tan bien o mejor que estos. Tal vez se entienda que nuestra afición es solo el vehículo para que las artes consagradas demuestren lo que son, pero desde mi punto de vista es dónde mejor lucen. El videojuego, pese a ser joven puede ser una meta-arte que ponga a desfilar lo mejor de cada sector. Y es en la música donde ya lo ha conseguido. ¡Dovahkiin!

 

P.d: Es probable que dentro de poco podamos tener una sección dedicada enteramente a la música en el blog.

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